Con un cigarro encendido y sentado en un sillón miraba a través de una de las ventanas de su departamento un amanecer que daba comienzo a un nuevo día y dejaba atrás una noche que sin ninguna duda había sido una noche muy especial para él.
No podía dejar de pensar en ello… ¡Lo había conseguido! Pero, ¡No era posible!
Lo que más temía ahora era que todo fuera un sueño y que en cualquier momento despertara en su cama y que nada hubiera sucedido.
Sonó el teléfono.
El corazón le dio un vuelco.
Se acordó como unas horas antes le había dicho:
Te dejo mi número, espero tu llamada.
Le había costado dar el paso pero al final lo hizo y no se arrepiente de nada de lo sucedido.
Esperaba una respuesta y podría ser esa.
Estaba confuso, y en ese estado solía hacer muchas locuras, lo mejor era que, siempre le salían mejor que cuando no lo estaba. Solía acertar y ahora podría haberlo hecho.
Una mano temblorosa descolgó el teléfono y sonó un tímido, ¿Si?
-Hola Ángel.
No sé lo podía creer…intentó vocalizar como pudo un seco ¿Qué tal?
-Muy bien, hacía tiempo que no me sentía así. No puedo dejar de pensar en la noche de ayer.
-Yo tampoco, fue algo mágico.
-Quiero volver a verte.
Y una lágrima cayó por sus mejillas.
Era feliz.
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